lunes, 18 de junio de 2012

¿Por qué fotonarrativa?




   

Arqueología del futuro
Análisis y perspectivas socioculturales y artísticas de la fotonarrativa en México



La relación entre la fotografía y la literatura es casi tan antigua como la fotografía misma. Fotógrafos han ilustrado cuentos o poemas, escritores han hecho poemas, pies de foto, textos que describen o interpretan fotografías. Sin embargo, esta relación generalmente se ha inscrito en el ámbito multidisciplinario, con una clara autonomía de cada área. Los discursos visual y literario sólo se apoyan uno a otro. Un medio donde ambas expresiones artísticas se integran en una sola más allá de una relación de interdependencia y que está cobrando relevancia por sus facilidades técnicas y económicas es la fotonarrativa.

Al incorporar el movimiento, este medio se sitúa entre las fronteras del videoarte y el cortometraje, pero a diferencia del primero, el elemento narrativo tiene un mayor peso en la comunicación artística. La narrativa en un amplio sentido del término: narrativa textual y narrativa gráfica. En relación al segundo, se distingue por estar conformado por imágenes fijas. ¿Estas diferencias convierten al discurso fotonarativo en un género en sí mismo?, ¿qué otras características lo distinguen del fotocuento, videoclip, videoarte o cortometraje? ¿Aporta nuevos elementos expresivos y artísticos?

Si partimos de la premisa de que no siempre las imágenes representan sino que también presentan las cosas, como señala Zamora (2008), y sabemos que los textos no sólo describen sino que construyen imágenes, la fotonarrativa parece ser ese posible espacio de diálogo donde ambos lenguajes formen un entramado de imágenes (gráficas y textuales) y narativa (gráfica y textual) sin que uno se superponga o sirva sólo de apoyo al otro.

Lo cierto es que no existe una definición clara de la fotonarrativa que establezca sus características específicas, incluso no hay un consenso en relación al término, no se precisa aún si se trata de un subgénero o una forma independiente de expresión.

Cabría, además, preguntarse ¿qué tanto responde su producción a las condiciones socioeconómicas, tecnológicas y culturales en la llamada era de la brevedad? ¿Cuál es o puede ser su impacto y trascendencia social, cultural y artística en un país como el nuestro? No existen estudios que traten sobre el tema ni que expongan las características y especificidades de este medio por lo que resulta imprescindible, a mi parecer, reflexionar y realizar un análisis al respecto.

Por otro lado, me interesa abordar (y más adelante profundizar en el doctorado) la relación de la fotonarrativa como medio derivado de la cultura de la brevedad y de la percepción particular del tiempo que tiene una sociedad. De esta manera, en el proyecto fotonarrativo Arqueología del futuro reflexionaré sobre la relación de los habitantes de la ciudad frente a la conciencia de la impermanencia,  esta sensación del tiempo líquido de la que habla Bauman, vista a través de las ruinas del presente en un futuro posible.

Las huellas del futuro están en el presente. El deterioro y abandono se mezclan con lo nuevo, las nuevas construcciones; bajo las capas de pintura yace el muro primigenio. El pasado inmediato está en los objetos, en las paredes, en las banquetas: es el futuro pasado remoto. Los habitantes de una ciudad, de una país, de una cultura determinada,  tienen una particular manera de relacionarse con el tiempo y el espacio. A partir de esta premisa ¿Qué ocurriría si abandonáramos la ciudad de México repentinamente? ¿Qué observaría un arqueólogo en quinientos o mil años? ¿Qué sobreviviría? ¿Qué queda del pasado inediato?


II

Las imágenes del mundo, de nuestra realidad inmediata, se van construyendo no sólo a través de nuestros pensamientos y sentidos: la percepción también tiene raíces sociales y culturales. Se va moldeando y transformando en la medida en que vamos adquiriendo conocimientos y valores que la familia y la sociedad nos transmiten. La elección de colores, de materiales y texturas responde también a ciertas características geofísicas y a las necesidades que estas generan en el entorno. De esta manera, el arte y la estética de cada ciudad, cada barrio, cada casa es producto de una combinación compleja de factores históricos, socioeconómicos, culturales y artísticos. Lo mismo ocurre con la percepción del tiempo, con la relación que mantienen los habitantes de una comunidad con el presente, el pasado y el futuro.

Más sensible que reflexivo, más creativo que pensador, el mexicano parece llevar consigo los vestigios de una cultura milenaria que ha privilegiado la creatividad, la intuición y la cultura de la brevedad. Dentro de las artes gráficas, la pintura y la fotografía mexicanas han destacado a nivel internacional, mientras que el video y el cortometraje parecen tomar cada día mayor relevancia tanto en calidad como en número de artistas. En literatura, el cuento y la poesía son los géneros que más escritores mexicanos practican, (y no son, por cierto, los que más se difunden). Todas estas expresiones artísticas tienen algo en común; son géneros de la brevedad. Este fenómeno se puede explicar desde distintas perspectivas, socioeconómica, tecnológica, cultural y artística. Por un lado los avances tecnológicos han hecho que la fotografía y el video sean cada vez más accesibles en términos materiales, y ha reducido significativamente los costos de su aprendizaje y producción; por otro, escribir un cuento o un poema, independientemente de la complejidad de su elaboración, requiere de un menor tiempo que el que ocupa la escritura de una novela. En una sociedad con más de 56 millones de personas en pobreza extrema el dinero y el tiempo de trabajo son factores  determinantes. Sin embargo, cabría preguntarse ¿son principalmente cuestiones socioeconómicas las que determinan las preferencias y tendencias artísticas que se desarrollan en una sociedad determinada? ¿a qué necesidades expresivas y culturales obedecen los medios artísticos que apuestan por la brevedad? Específicamente la fotografía y el cuento, ¿responden a la misma necesidad?,¿cuáles son los puntos convergentes entre ambos lenguajes?, ¿cómo se han relacionado ambas disciplinas en el arte contemporáneo mexicano? Si consideramos la fotonarrativa como expresión artística transdisciplinar que integra ambos lenguajes, por sus características y facilidades de producción y difusión, ¿podría ser uno de los género con mayores posibilidades de desarrollo en las artes gráficas mexicanas? Éstas son las preguntas sobre las que me parece pertinente reflexionar y que guiarán el proyecto de investigación teórica-práctica que aquí se presenta.


       

nido de hilos